divendres, 11 de juliol del 2008

PARIDA 7

Ei, soy el ‘Backyard Boy’ otra vez, la séptima, y ahora me ha visitado la musa de la poesía y he decidido hacer un poema sobre dos antepasados míos de la Edad Media:
Mientras un barco navegaba, Don Blas se la meneaba.
Dos mil pajas se había hecho, y no se había quedado satisfecho.
Entonces entró la señora condesa y puso las tetas sobre la mesa
(Dejando a don Blas sin respuesta), y le provocó con sorpresa:
¡Ooohhhhhh, Blas de las Cocorotas, qué pequeñas tienes las pelotas!
La condesa tenía un impresionante recalentón, y don Blas no desaprovechó el condón.
Después de ese amor de un día, a los nueve meses nació una tía.
Y se repitió aquello de darle por el culo, porque la condesa gemía como un mulo,
Y es que lo mejor es no aburrirse mucho y practicar la dieta del cucurucho.
Y así esta historia va acabando, porque el tiempo se va acabando y mi padre ya está cenando.


"El conde corado"

Érase una vez un conde muy fuerte y valiente
Que tenía en su nariz un pendiente reluciente,
Los sobacos asquerosos y el pie maloliente
Y sí que tenía muy poquito en su saliente. (Vamos, poca polla)
Cierto día se marchó a luchar a las Cruzadas
Dejando solas y tristes a sus dos amadas,
Y las pobres chicas se quedaron desoladas
Así, con sus esclavos, hicieron acampadas. (Montar la tienda de campaña = empalmarse un hombre)
Cuando al año y medio por fin regresó
Una cuna de niño que se movía vio
Y a un recién nacido llorar escuchó.
Se dijo a sí mismo: - ¡Qué machote que soy yo!
- Soy feliz. Qué hora tan graciosa y maravillosa,
Ha llegado a mí la cigüeña presurosa.
Todo el mundo lo sabrá en mi pueblo, en Tolosa,
El papa de Roma y en el Peñagolosa.
Cuando le iba a dar un beso en el cerebro
Y le iba a bautizar como el apóstol Pedro,
El niño no lo podía evitar, era negro,
Como el color de la sombra nocturna del cedro.
Empezó a contar con su cabeza y a calcular
Hasta que dos cuernos le empezaron a brotar.
Las chicas una trola le tuvieron que contar:
- Un extraterrestre nos obligó a cabalgar. (No hará falta decir el chiste, ¿no?)
Pero el conde sacó la espada y dos cañas
E intentó sacarles por la nariz las entrañas:
- Ahora veréis desgraciadas jotas mañas.
Aprended mujeres fieles de las Españas.
Entonces salieron negros como los gitanos:
- Déjalas en paz o te cortamos las dos manos, (cojones no rimaba)
Y llamaremos a los vikingos, los romanos,
Los malayos, los franceses o los mohicanos.
El conde cuerno se quedó helado como un polo,
Y huyó con el culo al aire, solo, muy, muy solo.
- Éste es el momento de buscar a mi pocholo,
Se llamará Enrique, Roberto, José o Manolo. (Ahora que ya se pueden casar...)